Una alegría veraniega: el regreso de una de mis series favoritas del momento: Breaking Bad (cuyo protagonista, Bryan Cranston, ha ganado 3 veces seguidas el Emmy al mejor actor principal) ha vuelto para deleite de sus muchos seguidores. Prueba de ello, es que el estreno de la 4ª temporada ha batido récords de audiencia respecto a temporadas anteriores y ha superado los 2 millones y medio de espectadores y el 1,4 en demográficos (hay que recordar que se emite en televisión por cable, concretamente en AMC).
Walter White, profesor de química en un instituto, lleva varios años fabricando metaanfetamina para mantener a flote a su familia, creyendo que el cáncer que padece le va a mandar a la tumba en poco tiempo y quiere dejar un buen colchón a su familia.
En esta cuarta temporada, visto que aún no se va a morir, va a tener que enfrentarse a problemas más graves, siendo su relación con gente muy chunga cada vez más estrecha y siendo también más difícil mantener a su inocente familia al margen de todo.
Jesse Pickman (Aaron Paul), interpreta a su ayudante de laboratorio y antiguo alumno; Skyler (Anna Gunn), es la mujer de Walter; Hank Schreader (Dean Morris), es el cuñado de Walt y, para más inri, agente de la DEA, quien va buscando al nuevo fabricante de droga sintética sin saber que es su cuñado el que está detrás; Gus Fring (Giancarlo Esposito), un empresario de éxito que en realidad es el mayor distribuidor de drogas de Nuevo Mexico y Saul Goodman (Bob Odenkirk), el abogado que saca a Walt y su compañero de todos los líos legales que se encuentran, con métodos poco ortodoxos.
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